Zamora

 

 

Declarada de Interés Turístico Internacional en 1986, la Semana Santa de Zamora es el acontecimiento religioso, cultural y social más relevante de la ciudad.Durante los días centrales de la Pasión la ciudad quintuplica su población y se convierte en un hervidero de emoción, austeridad y fervor.

La Semana Santa zamorana es una de las más conocidas a nivel nacional e internacional, con un carácter propio que expresa una gran tradición, que se remonta a la época medieval. Se trata de la fiesta mayor de la capital, y de este modo se vive también por los numerosos ciudadanos que llenan las calles. Destaca la puesta en escena de los desfiles procesionales, austeros y expresivos, junto a la religiosidad con que se vive y la belleza de los recorridos por las calles del casco antiguo. También cuenta con pasos y tallas de calidad, como el del Cristo de las Injurias, así como otros de imagineros como Benlliure o Ramón Álvarez.

Momentos obligados son el Juramento del Silencio en la tarde del Miércoles Santo, previo al desfile del Santísimo Cristo de las Injurias, en el que la alcaldesa ofrece el silencio a la ciudad presidida por el Cristo ante los ojos de todos los cofrades. La austeridad de la procesión de las “Capas pardas”, en la medianoche del Miércoles Santo, el canto del Miserere en la procesión del Yacente del Jueves Santo y el desfile procesional en la madrugada del Viernes Santo de la Cofradía de Jesús Nazareno Vulgo Congregación, la solemnidad del Santo Entierro en la tarde del Viernes Santo para llegar a la manifestación alegre de cohetes y bastones de flores del Domingo de Resurrección, entre otros muchos.

 

Diecisiete son las cofradías que desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección procesionan por las calles de la capital.

La Semana Santa zamorana tiene también un componente gastronómico propio. Es tradición desayunar las sopas de ajo en la mañana del Viernes Santo cuando la procesión de las cinco de la mañana llega a las Tres Cruces mientras que a lo largo del desfile los cofrades reparten entre el público las almendras garrapiñadas.

El Domingo de Resurrección tras finalizar la procesión es tradicional el “dos y pingada”, dos huevos con jamón frito y pan tostado.

Otros platos típicos de la semana es el bacalao a la tranca o al ajo arriero sin olvidar las tradicionales aceitadas.

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