Sayago

 

Sayago -y posiblemente, una parte de Aliste- es uno de los museos etnográficos a la intemperie mejor conservados de la Península Ibérica. Su arquitectura se mantiene intacta en un escenario donde la silueta de cortinas, los cigüeñales, sus pozos de agua, los pontones que saltan los arroyos, las chiviteras, los chozos y los caseríos apiñados dan fe de una cultura integrada en un paisaje de granito, encina, brezo y escobales. Todos ellos atravesados por viejas calzadas romanas que conservan mudos, pero no ciegos, los ojos de sus puentes de piedra. Dicen que Viriato, el valiente pastor lusitano que se enfrentó a todo un imperio, habitó estos parajes, incluso hay quien señala su lugar de nacimiento en una aldea sayaguesa, concretamente, en Torrefrades.

Limítrofe con Aliste, Portugal y la Tierra del Vino, la comarca de Sayago está enclavada entre los cauces del Tormes y el Duero, con una arquitectura popular de excepcional interés y un Parque Natural, el de los Arribes, que ofrece uno de los paisajes más deslumbrantes de la península. Con estos mimbres no es de extrañar que Sayago sea un destino turístico privilegiado, y que haya sido descrito como ‘un museo etnográfico al aire libre’.

 

Municipios como Villardiegua de la Ribera, con su conocida “yegua”, toro prerromano de la II Edad del Hierro, Sogo con su singular puente romano o Almeida, conservan restos arqueológicos de la romanización de esta zona enlazadas por antiguas calzadas como La Mirandesa. La aparición del Puente Pino sobre el Duero sorprende con su construcción en hierro y su gran arco de luz en este paisaje agreste. Torregamones es otro de los atractivos de la zona, con sus chiviteras.

Pereruela, es un importante núcleo provincial de alfarería tradicional, que se remonta desde tiempos antiguos hasta nuestros días. Sus hornos y enseres de arcilla se reconocen por su alta resistencia al fuego y por su excelente uso en la cocina.

La histórica localidad de Fermoselle, conocida como el Balcón del Duero, está declarada Conjunto Histórico. Destaca la iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción, el antiguo convento de San Francisco fundado en 1730 cuya iglesia, del siglo XII, fue reformada en el XVIII. Además del encanto propio de la villa, último reducto del Obispo Acuña en la guerra de las Comunidades, el término municipal tiene parajes realmente espectaculares.

La herencia histórica de esta comarca fundamenta la apuesta de la comarca por el turismo rural, que dispone de una amplia gama a elección del turista más exigente.

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