Unas 15.000 personas acompañan a la Virgen de la Concha en su peregrinación otro Lunes de Pentecostés hasta la vecina población de La Hiniesta
La mañana fresca propició que ayer miles y miles de personas, unas 15.000 según fuentes de la Guardia Civil, acompañaran a la Virgen de la Concha en su salida romera hasta el cercano pueblo de La Hiniesta, como cada Lunes de Pentecostés desde hace 729 años.
Muchos fueron los devotos de Nuestra Señora de San Antolín que acudieron a la misa romera en el templo románico del barrio de la Lana, de donde partió la comitiva pasadas las 08.00 horas. Al ritmo del himno nacional, interpretado con dulzainas y tamboriles por alumnos de la escuela del Consorcio de Fomento Musical, la imagen mariana, ataviada de blanco y rojo, inició su peregrinación portada por seminaristas y sacerdotes.
Un «baño» de papelitos de múltiples colores, lanzados por particulares, recibió un año más la Virgen de la Concha cuando avanzaba los últimos metros de la costanilla de San Antolín antes de enfilar para la calle del Riego. Los primeros compases de la popular melodía de la Concha se unían al repique de campanas al dirigirse la comitiva hacia la iglesia de San Lázaro, donde la imagen saludó a su «prima» la Virgen del Yermo, que la jornada de hoy festeja su día grande con procesión por el barrio, tras la novena y misa de las 20.00 horas. «Cuando la imagen estaba todavía saliendo de San Lázaro la cabeza de la romería se encontraba en la cruz del rey don Sancho» describe el presidente de la Cofradía de la Virgen de la Concha, Florián Ferrero Ferrero. En este punto del itinerario la romería incremento el volumen de participantes al incorporarse familias y grupos de amigos, algunos de ellos con pequeños que hicieron el recorrido hasta La Hiniesta en sillas de paseo o incluso en carritos.
Más de 125 alumnos del Consorcio de Fomento Musical, divididos en varios grupos, amenizaron con la interpretación de composiciones, entre las que figuraba con el himno de la Concha, el caminar de los romeros hacia el Teso de la Salve, la última parada antes de alcanzar el pueblo de La Hiniesta.
Fuente: La Opinión de Zamora