En un momento en el que el futuro es más incierto que nunca y donde pensar el futuro es ya el presente, se hace necesaria una comedia que hable de nuestra existencia con proyección de futuro. Así que nos encontramos en esta obra con un grupo de personajes que se enfrentan a una historia pasada desde el presente más realista.
Y para ello, a la autora no le ha importado hacer elipsis, flashbacks e incluso viajes en el tiempo. Cosas que en nuestros días suenan a cuentos para hablar de pasados que intentan resolver el presente con el fin de no tener consecuencias indeseadas en el futuro.
En fin, la vida misma.
Rubén quiere arreglar su vida viajando al pasado. Pero su pasado no es tan idílico, ni como lo recordaba y, por supuesto, no es tan fácil enderezarlo. Y ni Didiana, ni Bibiana, ni Sonia son conscientes de que este juego al que están jugando inconscientemente puede traer otras consecuencias en el futuro inmediato.
Rubén seguirá viviendo en el pasado, pues su trauma le impide avanzar.
Sonia quiere vivir en el futuro, pues cree que le depara cosas mejores.
Y Didiana es capaz de vivir sacrificarse a sí misma por intentar vivir un presente que no le corresponde.
La vida misma, ¿no?.