El Centro de Interpretación de las Especies Micológicas ubicado en Rabanales ha reabierto sus puertas para prestar sus servicios durante la campaña de otoño de recogida de setas a todos los aficionados y expertos que decidan acercarse a tierras alistanas a conocer y disfrutar del reino fungi.
Las abundantes lluvias caídas durante los últimos días del verano abren una puerta a la esperanza otoñal en un muy atípico año donde ni siquiera hubo campaña micológica de primavera, dado que ésta coincidió con el estado de alarma y el confinamiento general. Falta ver ahora por ver lo que nos deparará la nueva oleada del COVID-19 en Zamora para los meses más seteros, octubre y noviembre,
A lo largo de este mes de septiembre han caído en la comarca Aliste –datos recogidos por Tomás Castaño Fernández en la estación meteorológica “María Pinta” de Alcañices–, un total de 40,2 litros por metro cuadrado, una cantidad por encima de la media de los últimos años pero por debajo de septiembres como los de 2015, 202, 2013 y 2014.
Los nonagenarios alistanos tiran de refranero “El mes de septiembre o seca las fuentes o tira los puentes” y aseveran desde ancestral saber que “la lluvia ha estado muy bien caída y ha sido bien recibida para mitigar el peligro de incendios forestales en nuestros campos, pero no lo suficiente para la floración de setas. Si acaso puede salir algún parasol (cucurril) en los linderos de caminos o en las tierras labradas”.
La contratación de un guía micológico, que ha permitido abrir el museo de Rabanales, ha sido posible gracias al convenio entre el ayuntamiento –presidido por Sanitago Moral– y el Patronato de Turismo de Zamora, cuyo responsable es el vicepresidente segundo de la Diputación, Jesús María Prada, quien considera que “el Centro de Interpretación de las Especies Micológicas de Rabanales es único en su estilo en la Península Ibérica, ofreciendo una magnífica oportunidad para niños, jóvenes y mayores de adentrarnos en el mundo de la micología de España y Portugal, muy en concreto de la comarca de Aliste y de la región de Tras Os Montes, descubriendo en él y con ayuda de un experto guia micológico todos los valores, historia y entresijos que les ofrecen las setas, un manjar que producen nuestros bosques”.
La apertura, durante seis días de la semana va de martes a domingo, de 11 a 14 horas por la mañana y de 16 a 18 por las tardes. Hará las veces así mismo de oficina de información turística para la zona.
Una de las recomendaciones para las visitas, más cuando se trate de grupos organizados, es la cita previa. De esta manera será más fácil garantizar la seguridad mediante la toma de todas las medidas sanitarias tanto en el propio centro como en las rutas micológicas guiadas por el campo. En cualquiera de los dos casos será obligatorio el uso de la mascarilla y asumir todas las medidas que en cada momento tengan decretadas las autoridades sanitarias.
En la visita guiada al Centro de Interpretación el monitor especializado se encargará de introducir a los visitantes en el peculiar mundo de la micológica, prestando especial atención a las especies de setas más frecuentes de la zona como es el caso de Boletus edulis, la Amanita caesarea y el níscalo.
Nada más entrar en el Museo Micológico de Rabanales nos encontramos con la primera lección magistral: “El ser humano utiliza las propiedades de los hongos desde la Prehistoria y el hombre de Similaun llevaba al menos dos especies de setas, una que usaba como yesca y otra como medicamento. La representación más antigua de una seta que conozcamos se encuentra en una pintura mural en la tumba de Amenemhet, del año 1450 antes de Cristo”.
La relación de los humanos y los hongos es contradictoria desde siempre y quizás más ahora cuando más de 2.000 especies resultan útiles desde el punto de vista culinario, medicina e industrial: “Las primeras referencias al uso de los hongos se remontan a varios miles de años antes de Cristo. Ya en el Paleolítico y en el Neolítico algunas sociedades incluían en su alimentación distintas especies, entre ellas los sabrosos Boletus. Griegos, romanos y más tarde durante la Edad Media, las setas fueron muy apreciadas. Algunas como la Amanita caesarea y la Tricholoma equestre, eran las reservadas a las clases dirigentes”.
Otras en cambio han sido el origen y la causa de frecuentes envenenamientos. Claudio, emperador de Roma murió envenenado por su esposa Agripina, que le preparó un cautivador plato donde, junto a la Amanita caesarea, incluyo a Amanita phalloides. Claudio tenía catador, Halot, pero este aleccionado por Agripina solo probó la caesarea y el emperador las comió confiado muriendo a las pocas horas.
Seis rutas seteras
La Diputación de Zamora tiene en marcha actualmente, en teoría, un total de seis rutas micológicas por la provincia, senderos señalizados para disfrutar de diferentes tipos de bosques y conocer su setas más características. En la práctica poco utilizadas a causa de las limitaciones del coronavirus. De ellas tres se localizan en pueblos de la comarca de Aliste: Mellanes, en el municipio de Rabanales (con un kilómetro de recorrido entre jarales), Figueruela de Arriba (entorno a mil metros por los encinares centenarios) y San Mamed (un kilómetro y medio por zona de castañares). El resto se localizan en Sejas de Sanabria (pinares), San Pedro de Ceque (tierras de encinas y robles) y Fornillos de Fermoselle (terrenos con alcornoques).
La iniciativa se enmarca dentro del proyecto de cooperación transfronteriza “Frontur” entre Zamora y Tras Os Montes (Portugal) con financiación Feader de la Unión Europea.
Fuente: www.laopiniondezamora.es