El flautista de Hamelin
El flautista de Hamelin nos ha cautivado siempre por su misterio. Una leyenda de transmisión oral, un cuento popular (documentado por primera vez por los hermanos Grimm), un poema (Robert Browning, 1845) y quizá, antes de nada, un hecho real; con dos finales diametralmente distintos: los niños vuelven al pueblo con sus familias o no vuelven. Esa cueva abierta en la montaña también está rodeada de enigma: ¿es la máxima oscuridad o es un paraíso para esos niños que ya no son felices en su pueblo? No hay una única interpretación para la historia del Flautista de Hamelin. Y esto nos encanta. Nos estimula y dispara la sugestión nuestra intrépida mente siempre con ganas de retos y de descubrimientos; y nuestro corazón también, siempre en busca sentimientos apasionantes y arrebatadores.
Una vez más la ancestral capacidad humana para la inventiva y la fabulación con el propósito de comprender lo que no entiende. El flautista de Hamelin, año tras año, siglo tras siglo, versión tras versión, ha ido ganando matices y abriendo incógnitas; y, a su vez, recogiendo toda la magia, la fantasía y la musicalidad que ha ido encontrando por el camino. Tan solo leyendo o escuchando dos párrafos de cualquier versión vemos que guarda en su interior un cuento medieval, fantástico, costumbrista y musical lleno de gracia. Y hemos querido adentrarnos en él.
Hemos descubierto su maravillosa capacidad de sugestión, de sugerencia, de alegría, su lirismo y su inmensa poesía. Nuestro pequeño se llama Leo, y al cabo de un tiempo nos dimos cuenta de que no elegimos este nombre por casualidad. El flautista dice en un pasaje de la obra: “…Y aún más cuando su paso lento está acompañado del maravilloso tamborileo de la madera sobre el suelo”. Tambor y Leo nos estalla en el corazón. Y se nos antoja que cuando Leo camina toca con su muleta la gran piel de tambor del mundo, la piel y el alma de todos nosotros.
El flautista de Hamelin nació bajo el signo del misterio, y lo sigue conservando.
Horario: 18:00h.
Precio: 14€